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Viendo sus largos pedazos de pelo caer sobre el suelo de ajedrez en aquel recinto, estos que parecían hojas otoñales desprendiéndose de los árboles y anuncionando una nueva época, para ella, una nueva era comienza y por raro que parezca sus cabellos también parecían tener que ver en el nuevo cambio, este que le exigía convertirse toda en una especie funcional, remodelada, de la cabeza a los pies, desde su peinado hasta sus zapatos, desde su tez blanquecina hasta la altura de su falda, que apenas y por primera vez le posibilitaba exhibir unos centimentros de piel que acompañaban sus pálidas y misteriosas piernas, que por la escasez del momento, le era necesario reducir la cantidad del dril que disponía para tejer sus prendas. Esta nueva mujer que vivió y se revolucionó durante la primera guerra mundial, parecía adoptar una nueva moda que la liberaba del apretujón entre la cintura para verla avanzar con prisa y ligereza en sus prendas por las calles europeas hacia su puesto de trabajo.
Para ella significaba una rotunda alteración para lo que vivía en aquella Belle Époque caracterizada por el lujo y la extravagancia, para convertirse en sencillez, sobriedad, ligereza y utilidad para enfrentar una guerra que aunque con crueldad y sangre supo hacerla sentir más fuerte, segura y renovabada, todo ello traducido en su incorporación masiva a la sociedad, aquella que aunque fué brusca, resultó adaptarse tan bien a aquella fémina que tiempo despues cuando la guerra sosegaba, no quizo soltar su papel y en cambio de ello, fortalecerlo y mantenerlo para las generaciones futuras ávidas de libertdad y escucha.
Aunque irónico era real, la moda y el consumo jugaron un papel muy importante en aquel momento, para quien su protagonista indudable y significativa era la mujer que variaba de su rol tradicional, para luego encargarse de la fabricación de uniformes y prendas de trabajo, portaba trajes modernos, algunos de chaqueta y pantalón, que rechazaban las curvas, minimizaban las capas de vestimenta, su maquillaje era liberado por tonos sobrios y silenciosos aunque la tez bronceada con el ánimo de querer olvidar aquella época tan trágica para algunos como tan gloriosa para otros, en fin, de ello se hablaba como el ‘ideal de mujer’, aquella ávida de libertad y de cambio, aquella dispuesta a tomar la palabra para darle un giro a la moda y a su representación.